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lunes, 29 de febrero de 2016

LOS DUENDES DEL PABLO LÓPEZ

Elevados por las distintas culturas a la condición de benévolas criaturas mitológicas, los duendes no han dejado de gozar de la consideración de seres amables y solidarios, generosos cuidadores de sus entornos y comunidades.


Sin poder estar seguros de su llegada a la actualidad de un modo físico, el poder transformador que tienen de los lugares que habitan o frecuentan sí que puede percibirse, de una u otra forma. Al fin y al cabo, la imaginación, todo lo abarca.
De hecho, yo creo vivir en uno de esos entornos. En mi entorno habitan algunos de esos seres en forma de geniecillos caprichosos empeñados en transformar la rutina en ilusión. Su medio para conseguirlo es el fútbol. El de ellos es un trabajo invisible, a ojos de la mayoría de quienes los rodean, al tiempo que enriquecedor en territorio de sus conciencias y el diminuto amor propio de cada uno. No se sabe exactamente cómo, pero en torno a esa pequeña pasión y ese gran proyecto que los une, se da una trasformación permanente de las cosas que, en una extraña inercia, las hace seguir adelante. El qué, el cuándo y el cómo, difícil averiguarlo. Pero un engorroso trámite administrativo, la gestión de una ficha casi fuera de plazo, o la asombrosa conversión cada 15 días de su espacio, ese trocito de pueblo del que han hecho su común lugar en el mundo, llamado PABLO LÓPEZ, para convertirlo en ese lugar en que se reúnen tantos corazones que laten en azul y blanco, siguen llevándose a cabo de un modo casi invisible. El paso del tiempo suele, con frecuencia, rebajar lo que un día parece, o es, extraordinario, a la reducida consideración de la normalidad. No obstante, a ellos, poco parece importarles.
Estos seres latentes, criados (muchos de ellos) en infancias de tardes de invierno transformadas por el fútbol en tardes de magia y de restos de verdín en sus rodillas, vuelven a aferrarse al fútbol como el camino al cumplimiento de una ilusión. Mientras un calendario que pasa indiferente a estos sueños no diga lo contrario, la perseguirán ajenos a todo. 
El valor de ese desapercibido esfuerzo, es la certeza de lo hasta ahora conseguido.
El alcanzar el deseado objetivo, de la unidad de todos sigue dependiendo. Al fin y al cabo, nada une más que la adversidad y nada puede más que el valor de una colectiva amistad.
¡VAMOS CARDEÑA!




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Clasificación

2ª ANDALUZA